Homilética
Este tema es bien abarcador. Nos concentraremos en la parte que nos enseña como preparar un mensaje. La homilética, cubre también aspectos de postura, vestimenta, tono de voz, en fin cubre aspectos físicos que no estaremos mencionando en este estudio. Para mayor referencia, en internet hay muchos estudios que ayudarán a una explicación más abarcadora.

Definiciones
Homilética es el arte y ciencia de predicar para comunicar el mensaje de la Palabra de Dios.
Predicador es aquél que proclama el evangelio a los hombres.
Predicar es pronunciar un discurso de contenido moral o religioso.


El Predicador y su Mensaje
Escribir no es predicar. En la predicación, debe existir el contacto directo y personal entre el orador y su auditorio. Pero no constituye predicación el simple hecho de ponerse de pie frente a una congregación, o de hablarle y entretenerla o impartirle instrucción. El predicador es aquél que posee un llamado y mensajes definidos. Según las palabras de Pablo se trata de una persona apartada “para el evangelio de Dios.” Romanos 1:1.

El predicador debe ser intérprete. Debe estar capacitado para saber lo que dice Dios y transmitirlo al pueblo; por otro, estar compenetrado de las necesidades del pueblo y poder presentar dichas necesidades ante Dios.

No es suficiente la preparación del Sermón o la lección, pues es bien importante también la preparación del mensajero. La eficacia de la predicación depende de la vida íntima del predicador.


Reglas Prácticas para la Preparación del Predicador
1. Colócate en las manos de Dios y no procure imitar a otros. (1 Corintios 12:15-21)
2. Conserve pura su vida ante Dios y los hombres (2 Timoteo 2:21-22; Tito 2:7-8)
3. Mantenga la dignidad de su cargo de embajador de Cristo (2 Corintio 5:20)
4. Deposite su confianza en el Señor para la salud corporal (Salmos 42:11)


El predicador y la Oración en Privado
El poder que el predicador tiene en público depende de su vida de oración en privado, del tiempo que pasa en comunión con Dios en su cámara secreta. Las horas de oración y comunión con Dios en privado constituirán, la fuerza motriz que dará impulso a tus sermones.


El Texto del Mensaje
La palabra texto procede del latín y significa tejido o estructura. Por lo tanto, el texto del sermón debe ser la textura de la cual está formado. El predicador debe de hacer del texto, el tema mismo de todo su mensaje. Procura no abarcar demasiado en tu mensaje y no desviarte de tu tema.

Cinco razones para escoger el texto
1. Inspira confianza a la congregación
2. Despierta el interés de la congregación
3. Inspira valor y confianza al predicar, pues sabe así que dará un mensaje autorizado por las Escrituras
4. Evita las digresiones, e impide que el predicador se aparte de su tema.
5. Facilita al predicador la adhesión a la Palabra de Dios, sin añadir ni disminuir nada.

¿Cómo seleccionar el texto?
1. Con mucha oración
2. Considerando las necesidades de los oyentes
3. Considerando tus propias limitaciones, no ocupándote de temas demasiados profundos que no puedas manejar.
4. Con dependencia completa del Espíritu para el poder que necesita

La interpretación del texto
Recuerda que hay que hacer cinco cosas con respecto a la explicación del texto
1. Determinar si el lenguaje es literal o figurado
2. Aprende el significado exacto de las palabras. Si no entiendes una palabra, no podrás explicarla al auditorio. Hay muchas palabras empleadas con distintos significado en la Biblia, y es importante diferenciarlas.
3. Considera la circunstancia en que se encontraba el escritor, el lugar, la época y el propósito del escritor.
4. Compara un pasaje con otro a fin de determinar todo lo que ha sido revelado.
5. Debes de leer todo lo posible con respecto a la Tierra Santa (Israel), sus habitantes y costumbres.


El Tema del Mensaje
El tema es la esencia misma del mensaje, el asunto principal del cual trata. Todos los mensajes deben de tener un tema principal, un asunto definido, una lección preeminente que debe de ser grabada en el corazón del oyente. La elección sabia de un tema es de suma importancia para el predicador. Aunque no puedes depender del título de tu mensaje en lo que a poder respecta, es bueno no descuidar nada que pueda hacerlo atractivo para tu auditorio, y así llevar almas a los pies del Señor.

Consideraciones al escoger el Tema
1. Escoge un tema que tú mismo sabes bien.
2. Escoge un tema que tus oyentes podrán comprender bien.
3. No escojas nada que sea trivial o frívolo (superficial).
4. Escoge un tema que tenga por fin definido llevar bendición a tu auditorio.
5. Escoge un tema apropiado para la época, el lugar y la ocasión.
6. Cualquiera sea el tema que escojas para tu mensaje, preséntalo de manera que manifieste algo del Señor, pues es el Verbo de Vida. Sólo el Señor puede satisfacer tu alma y solamente Él puede satisfacer las necesidades de tus oyentes. La predicación que presenta al Señor como el Salvador, Santificador, Sanador, Bautizador, Maestro, Pastor, Guía y Rey venidero, es la que alimentará sus almas y producirá resultados permanentes.
7. Procura tener un solo tema, y que toda tu argumentación, ilustraciones, pruebas, testimonios y en fin todo tu material arroje luz sobre el mencionado tema. El error que cometen muchos predicadores es el de tener un número excesivo de temas en un mensaje, y por lo tanto no se los puede definir ni explicar bien.
8. Procura tener pocas divisiones en tu tema y que sigan un orden lógico y consecutivo, para que tu mensaje no sea tedioso, sino fresco y atractivo.


La Estructura del Mensaje
Introducción
Lo primero que necesita el predicador es establecer comunicación con su auditorio. La introducción es el proceso mediante por el cual el predicador trata de preparar las mentes y de asegurar el interés de sus oyentes en el mensaje que tiene que proclamar. La introducción es una parte vital del mensaje, y el éxito de todo éste depende a menudo de la capacidad del ministro de conseguir el apoyo de sus oyentes en el inicio del discurso.

Principios para la preparación de la introducción
1. Debe ser generalmente breve
2. Debe ser interesante
3. Debe conducir a la idea dominante o punto principal del mensaje
4. Debe despertar el interés y fijar la atención de los oyentes
5. Debe relacionar el mensaje con algún conocimiento que posee el auditorio
6. Debe preparar el camino para la presentación del mensaje que seguirá

Buenas cualidades de la introducción
1. Breve
2. Directa
3. Sencilla
4. Lógica, y debe estar bien relacionada con la presentación o desarrollo del tema.


La presentación o desarrollo del tema
La presentación constituye la parte principal del mensaje, durante la cual el tema es presentado y explicado. Es una sencilla declaración del tema que el predicador se propone considerar, desarrollar, demostrar o explicar en el discurso.

Dentro del desarrollo hay tres reglas sencillas para el arreglo de tu tema
1. Proclama tu tema – Hazlo con confianza y con valor, sin temor a nadie. Proclama el mensaje con claridad, valor y palabras apropiadas que tengan la virtud de despertar y mantener el interés de tu auditorio.
2. Demuestra tu tema – Emplea pruebas e ilustraciones sencillas y fácilmente entendidas por tus oyentes.
3. Explica tu tema – Hazlo de la manera breve, clara y vigorosa. Acuérdate de los niños en la fe y de las personas sencillas.

La presentación debe ser siempre
1. Clara – procura entender bien tu tema, meditar en él hasta que se grabe indeleblemente en tu corazón.
2. Gráfica – presenta tu tema en forma vivida, a fin de que la historia sea real para tu auditorio.
3. Completa – no omitas nada de lo que sea necesario para presentar tu historia con fidelidad y claridad. Es importante recordar que deben omitirse los detalles que no son necesarios, a fin de acortar el discurso y dejar el tiempo suficiente para la aplicación que seguirá. Un sermón demasiado largo es peor que un sermón demasiado corto.

Cualidades de la presentación o el desarrollo
1. Unidad – Las subdivisiones bajo cada una de las divisiones principales tiene que derivarse de la división principal, y seguir su tema. Todo lo que se considera bajo las subdivisiones debería ser una mera amplificación de la idea expresada en la división principal.
2. Proporción – La experiencia capacitará al predicador a reconocer qué partes del sermón demandan más énfasis. Es bueno que el predicador recuerde que cada división tiene que contribuir a la totalidad del discurso y que, como regla general, las divisiones principales debieran equilibrarse prudentemente a fin de presentar un sermón bien redondeado.
3. Progresión – Cada explicación, ilustración, aplicación, argumento o cita debiera estar en el lugar correcto que le corresponda, para contribuir al adelanto ordenado en el pensamiento del sermón
4. Brevedad – Uno de los fallos comunes del hombre en el púlpito es la verborrea (la abundancia de palabras inútiles). Lo que se podría decir en veinticinco minutos le lleva frecuentemente cuarenta o cuarenta y cinco minutos. El peligro de tal práctica es que la congregación se fatiga antes de que acabe el sermón. Los oyentes pueden parecer reverentes y respetuosos, pero es dudoso que continúen estando tan atentos e interesados como lo estaban en la primera parte del sermón.
5. Claridad – Un error común del principiante es el de hablar más allá de la capacidad de los oyentes. El Señor Jesús mismo, aunque hablaba de los temas más profundos, presentaba la verdad de una manera tan sencilla, que incluso la multitud del pueblo le oía de buena gana.
6. Vitalidad – Para que el desarrollo despierte el interés de los oyentes, tiene que contener aquel elemento que hará que la verdad adquiera validez ante ellos. Las palabras de las escrituras tienen que venir a serles llenas de significado, en términos de sus propias situaciones vitales.
7. Variedad – El predicador que trata de infundir a sus Sermones un frescor permanente y un vigor renovado, tiene que cuidarse de que el desarrollo contenga variedad. Se esforzará en recoger los materiales de su desarrollo, de todas las fuentes que tenga a su disposición, modernas y antiguas, que puedan aplicarse con eficacia.


La aplicación del tema
Esta es la parte donde no sólo se señala la enseñanza espiritual de la historia, sino que se aplica a los corazones de los oyentes. La aplicación debe ser:

1. Personal – Debes de colocarte en el lugar de tus oyentes, procurando comprender lo que el mensaje debe de hacer por ellos.
2. Persuasiva – No debes obligar al auditorio que acudan a Cristo, sino que debes atraerlos.
3. Directa – anuncia con valor e intrepidez, en forma exacta, las verdades que se desprenden de tu texto.
4. Piadosa – El momento más solemne de tu vida es cuando aplicas el mensaje a tu auditorio. Debes elevar tu corazón en oración ferviente, para que el Espíritu te conceda cada palabra, y confirme el mensaje dando convicción de pecado en el corazón del creyente. No debes preparar de antemano las palabras exactas de tu aplicación, pero puedes prepararte con la idea de lo que puedes decir en el momento indicado.


Culminación o Conclusión
Aquí es donde el predicador llega a su meta en forma de una poderosa impresión. Es la parte final del sermón, donde todo lo que ha sido anteriormente expresado es concentrado en fuerza o intensidad para producir un vigoroso impacto sobre la congregación. Su único propósito es el de enfatizar, reafirmar, establecer o finalizar aquello que ya ha sido declarado en el sermón.

Principios para la preparación de la conclusión
1. Por lo general, debe ser breve
2. Debería ser sencilla – no debe ser complicada o adornada. El factor importante de la culminación es hablar con tal claridad, que el propósito del sermón llegue de manera inconfundible a los oyentes.
3. Las palabras finales de la conclusión deberían elegirse con reflexión y esmero. A fin de llevar a cabo el objetivo de la culminación, las palabras finales pueden tener uno de los siguientes aspectos.
a. Una intensa, vívida reproducción del pensamiento central del sermón.
b. Una cita del texto mismo
c. Una cita de otro pasaje de la Escritura apropiado al sermón
d. La cita de un himno apropiado
e. Un poderoso reto o llamamiento
4. La conclusión debería quedar expresada en el bosquejo en unas pocas oraciones o frases.



Tipos Principales de Sermones Bíblicos
El Sermón Temático
Es aquel cuyas principales divisiones se derivan del tema con independencia del seguimiento de un texto. El sermón temático empieza con un tema, y las partes principales del sermón consisten en ideas que provienen de dicho tema. También no exige un texto como base de su mensaje. Ello no significa que el mensaje no vaya a ser bíblico, sino que indica sólo que no es un texto de las Escrituras la base de este sermón.

Para asegurar que el mensaje sea totalmente bíblico en su contenido, debemos empezar con un tema o asunto bíblico. Las principales divisiones del bosquejo del sermón deben sacarse de este tema bíblico, y cada división principal debe estar apoyada por una referencia bíblica.


El Sermón Textual
Este es aquel en el cual las principales divisiones. Le derivan de un texto consistente en un breve pasaje de las Escrituras. Las líneas maestras de desarrollo se sacan del mismo texto. Este puede consistir en una sola línea de un versículo de las Escrituras, o puede tratarse de un solo versículo o incluso de dos o tres versículos. Las principales divisiones de un bosquejo textual tienen que provenir del texto mismo, pero el desarrollo posterior puede venir, bien del mismo texto, bien de otros pasajes de las escrituras.

El texto provee el tema del sermón. En contraste con el sermón temático, en el que empezamos con un tema o asunto, empezamos ahora con un texto, el cual indicará la idea dominante del mensaje.


El Sermón Expositivo
Es la forma más eficaz de dirigirse desde el púlpito debido a que, por encima de todos los demás tipos de discurso, es el que más, eficazcamente, llega a producir una congregación bíblicamente instruida. Al exponer un pasaje de las Sagradas Escrituras, el predicador cumple la función primaria de la predicación, la interpretación de la verdad bíblica a los hombres, lo cual no siempre puede decirse de los otros tipos de sermones.

Un sermón expositivo es aquel en el que se interpreta una porción más o menos extensa de Escrituras en relación con un tema o asunto. El grueso del material para el sermón se toma directamente del pasaje y el bosquejo consiste en una serie de ideas progresivas centradas alrededor de aquella idea principal. Al examinar esta definición, señalamos, en primer lugar, que el sermón expositivo está basado en una porción más o menos extensa de las Escrituras. El pasaje puede consistir de unos pocos versículos o puede extenderse a través de todo un capítulo, o incluso más.

Una porción más o menos extensa de las Escrituras se interpreta en relación con un tema o asunto. Más específicamente, la unidad expositiva consiste en un número de versículos de los que emerge la idea central. Así como el temático y el textual, se centra alrededor de un tema dominante, pero en el caso del mensaje expositivo, éste proviene de una cantidad de versículos, en lugar de surgir de un solo versículos o dos. No solamente deberían ser expuestas las ideas conductoras del pasaje en un discurso expositivo, sino que también deberían explicarse los detalles de manera adecuada y hacer que éstos den los principales materiales del sermón.